Repiqueteo de cubos de hielo. Vaso vacío.
Un suave aroma a alcohol se desprende del cilindro de vidrio y se mezcla con el ambiente. Virutas de humo bailan al son del ritmo que marcan mis pensamientos.
Tu silueta, como una sombra, se recorta frente a la blanquecina luz que parece no venir de ninguna parte.
Blanco y negro.
Y el rojo de la llama de tu cigarro.
No sé cómo te llamas, no sé cuántos años tienes, ni siquiera puedo verte la cara. Sólo conozco de ti tu silueta, tu whisky doble, el humo de tu cigarro y la sonrisa que quiero imaginar en tus labios al cruce con mi mirada.
Me es más que suficiente.
Camarero, por favor, sírvame otra.
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gota a gota se enrasa el matraz